20.10.12

CINE Y ARQUITECTURA - Metrópolis



Metrópolis (1927)

Metrópolis está considerada la obra maestra del director vienés Fritz Lang (1890-1976), cuya extensa filmografía incluye títulos como Los Nibelungos (1924), El vampiro de Düsseldorf (1931), El testamento del Dr. Mabuse (1933) o Solo se vive una vez (1937). Fue la tercera película que Lang rodó para la UFA, la poderosa productora cinematográfica alemana, y constituye uno de los máximos exponentes del movimiento expresionista alemán y una de las más importantes películas de ciencia-ficción social que se hayan hecho nunca.

Ambientada en un futuro indefinido, la ciudad de Metrópolis se alza como una megalópolis de enormes proporciones, altamente industrializada y espacial y socialmente organizada mediante un sistema de estratos superpuestos y estrictamente compartimentados: una élite de propietarios y pensadores, encabezada por Joh Fredersen, vive en la superficie, en una ciudad de altos rascacielos, con todo tipo de lujos; en el otro extremo, los obreros, que no tienen nombres, sólo números, viven de forma precaria en un gueto subterráneo donde nunca llega la luz del sol; por debajo de la metrópolis, aunque perteneciente a ella, se encuentra el corazón industrial de la ciudad, donde los obreros trabajan hasta la extenuación para asegurar el funcionamiento de la maquinaria que hace posible la existencia de la ciudad.

 Broadway, Nueva York. Fotografía de Fritz Lang (1924).

Para la preparación de esta película, en octubre de 1924 Lang viajó a Estados Unidos con el fin de estudiar los métodos y técnicas de la industria cinematográfica estadounidense en Hollywood. Su primera impresión de Nueva York, tal como el propio director sólia recordar, influyó profundamente en su concepción de la ciudad del futuro y en toda la estética de Metrópolis.

Los decorados, que revelan el profundo conocimiento de Lang en el campo de la arquitectura, están provistos de una rotunda dimensión simbólica. La ciudad está organizada en estratos, que sirven para establecer clasificaciones ordenadas, íntimamente relacionadas con la categoría social de sus habitantes. Pero, además, cada uno de los espacios que forman la ciudad está encarnado por tipologías arquitectónicas con un claro significado alegórico; connotaciones que se aplican también al vestuario y los accesorios.

 La ciudad de los Hijos. Fotograma de la película.

La metrópolis se caracteriza por sus dimensiones sobrehumanas, con sus pasadizos elevados, su incesante tráfico terrestre y aéreo y los enormes edificios eclécticos inspirados en los rascacielos neoyorquinos o de la Escuela de Chicago. Presidiendo el conjunto se alza el enorme rascacielos que vertebra Metrópolis, con aspecto de fortaleza y coronada por cinco pistas de aterrizaje en fora de estrella. Se trata de la Nueva Torre de Babel, inspirada en los dos cuadros que pintó Pieter Brueghel el Viejo, desde donde ejerce el control Joh Fredersen. Pero si algo destaca en esta ciudad es la iluminación, que ya había fascinado a Lang en Nueva York. 

 Torre de Babel. Fotograma de la película.

 La Ciudad de los Hijos. Boceto de Erich Kettelhut. 
 La Ciudad de los Hijos. Boceto de Erich Kettelhut.

Por el contrario, la ciudad de los obreros, situada bajo tierra, está definida por la misma ausencia de rasgos específicos que caracterizan los rostros y el vestuario de sus habitantes. Está formada por una serie de edificios, todos iguales entre sí y carentes de todo lo accesorio, identificando inhumanidad con la estética del Movimiento Moderno, que aparecen organizados en torno a una plaza desierta y desprovista de vida social, en cuyo centro únicamente destaca un gong, que se ha relacionado con el monumento que diseñó Walter Gropius conmemorando el asesinato de unos trabajadores en Weimar.

 Ciudad subterránea.Boceto de Erich Kettelhut.

 Ciudad subterránea. Fotograma de la película.
  
Sala de máquinas. Fotograma de la película.

La rica sucesión de lugares de la ciudad elevada, que no comparten la misma imaginería ni fuente de inspiración, amplían el abanico simbólico: los Jardines del Edén, donde los hijos de la metrópolis disfrutan de los placeres, con sus gigantescas estalactitas influidas por el estilo de Gaudí; el estadio deportivo a cielo abierto, de inspiración clásica; el despacho de Fredersen, en lo alto de la Nueva Torre de Babel, desde el que domina la ciudad como si de un Dios se tratase… 

 Jardín del Edén. Fotograma de la película.

 Estadio. Fotograma de la película. 

También están ubicadas en este estrato superior la casa del pecado, Yoshiwara, con reminiscencias de la arquitectura oriental, tradicionalmente asociada a lo exótico, lo sensual y, por ende, a lo pecaminoso; la siniestra mansión del inventor Rotwang, con tintes medievales, que se asemeja más al taller de un alquimista que al laboratorio de un científico; y la catedral de líneas góticas, indicando su espiritualidad. En la ciudad subterránea se distingue, además, una zona clandestina, asociada con las catacumbas donde se escondían los cristianos en los tiempos de persecución; un lugar abandonado sobre el que se construyó la ciudad moderna.

 Yoshiwara. Fotograma de la película.

Casa de Rotwang. Fotografma de la película.

Catedral gótica. Fotograma de la película. 

Catacumbas. Fotografma de la película. 

En conclusión, la concepción futurista de la ciudad de Fritz Lang, junto con los diseños de Otto Hunte, Erich Kettelhut y Kart Vollbrecht, y las nuevas técnicas de trucaje y escenografía, entre las que cabe destacar el efecto Schüfftan, hicieron de Metrópolis la primera y más celebrada formulación cinematográfica de la ciudad del futuro.

 Construcción de los decorados.


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